martes, 11 de noviembre de 2008

Por un lado, que Foucault no logró prestar suficiente atención a las dimensiones coloniales del surgimiento de la biopolítica. Por el otro, Stoler afirma que Foucault abandonó la línea de investigación que había seguido en las conferencias de 1976. La primera crítica sólo puede aceptarse si quitamos fuerza a sus peticiones. En otras palabras, Foucault no logró prestar atención a los detalles de la forma en la que la normalización del cuerpo político de una población estaba relacionado con proyectos de colonización extranjera. Sin embargo, Foucault no es conceptual ni teóricamente ajeno a esta complicidad e interdependencia. En un punto de las conferencias, se refiere explícitamente a la forma en la que la aparición del estado del biopoder es una forma de colonización interna, en la que la táctica de la domesticación y la normalización del cuerpo colonizado se aplican al cuerpo colonizador.

De otro lado, tenemos lo que llama una forma disciplinaria del poder, que es sobretodo antisoberana y antijudicial. Es una forma de control que ejerce la fuerza normalizando y creando las condiciones de vigilancia para imponer la docilidad de los sujetos. Es una forma de poder difuso y no actúa sobre los individuos, sino que determina un horizonte de acción. No disciplina,
sino que normaliza. No funciona con base en reglas jurídicas o derechos, sino en normas y estándares que aluden a una tecnología social. Es un poder que surge con el desarrollo de las ciencias humanas y en particular con el de las ciencias de la normalización. De tal modo, este poder no está centralizado, sino que es difuso, no es propiedad exclusiva de alguien, sino anónimo, no se ejerce, sino que se transmite y se vive.

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